Cuando el porno se convierte en el mal profesor de educación sexual

Domingo, 13 de octubre 2024

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La ONG Save The Children ha alertado de que el 53,8% de los adolescentes que ha entrevistado para la elaboración de su informe ‘(Des)información sexual: pornografía y adolescencia’ ha accedido por primera vez a la pornografía antes de los 13 años, y un 8,7% antes de los 10 años. Son, sin duda, datos preocupantes que, en concreto en La Rioja, se agravan si se tienen en cuenta los resultados del informe de Estudes (2023), que rebaja la edad del primer contacto con el porno a los 8 años.

Por ello, organizaciones y entidades han creado grupos de investigación, que se centran en el estudio de los factores de riesgo. Se están desarrollando, igualmente, algunos planes de prevención. En la actualidad, UNIR colabora con universidades como las de Yale, Montreal o Gibraltar y con Save The Children para hacer un estudio de los contenidos que deberían abordarse en un programa de educación sexual y adecuarlos a la edad a la que va dirigido.

Gemma Mestre-Bach, investigadora principal del grupo de investigación en Adicciones Comportamentales de UNIR, participó en Logroño en una jornada organizada por la Consejería de Salud y Políticas Sociales del Gobierno de La Rioja bajo el título ‘Hay vida más allá del porno: menores, juventud y adicción a la pornografía’. La experta reconoce que «muchas veces se está utilizando la pornografía como una herramienta de educación sexual». Esto puede tener un impacto en las actitudes, en las conductas, en la percepción de los roles de género y la permisividad sexual. Y, más aún, en una asociación con conductas de riesgo.

Conductas violentas

Internet facilita el acceso a este tipo de contenidos a los menores y pese a que no hay evidencia científica, ya hay estudios que sugieren que «el consumo de pornografía violenta podría estar relacionado con una aceptación de conductas violentas». Y empiezan a apuntar a que «la violencia, sobre todo, de pareja adolescente se asocia a consumo de pornografía violenta».

«Hay estudios que sugieren que la violencia de pareja adolescente se asocia al consumo de pornografía violenta»

Gemma Mestre-BachI

nvestigadora en Adicciones Comportamentales UNIR

Desde su grupo de investigación se ha desarrollado la primera web de autoayuda on line para el uso problemático de pornografía en jóvenes con edades comprendidas entre los 16 y 24 años. «Es de acceso gratuito y ya llevamos 800 jóvenes que han entrado pidiendo ayuda».

Y ve indispensable educar a los menores en cómo moverse por Internet y crear un entorno seguro, «donde ellos puedan preguntar sin que los padres y madres huyan y se escandalicen» e ir generando confianza. «Hay que avanzar en investigación, porque es mejor poder prevenir que abordar cuando ya existe un problema».

Una guía ‘on line’ y gratuita pensada para padres y madres

Gemma Mestre-Bach ve crucial la labor de padres y madres para «frenar el uso problemático de pornografía». Habla, al respecto, de distintos estilos parentales: dos que se situarían en el extremo –el permisivo y el autoritario– y un tercero, el autoritativo, «que parece ser el único eficaz para frenarlo», ya que ponen reglas a los hijos, «pero a la vez están abiertos a la comunicación». También las escuelas juegan un rol esencial. Cree que es necesario incluir programas de educación sexual, porque «vemos que están recurriendo al porno como herramienta de educación sexual». Y aboga por que sea «un trabajo conjunto de padres y escuela el guiarles en este entorno digital».

Desde UNIR han desarrollado una guía para familias, de acceso totalmente gratuito, que da pinceladas para enfocar este tema y habla, por ejemplo, de qué aplicaciones existen para el control parental de los dispositivos. «Se ha visto que las aplicaciones de control parental son una herramienta muy eficaz para frenar el primer contacto con la pornografía, porque al menos te frena la exposición accidental».

Señales de alerta

En esta guía, se enumeran algunas de las señales que alertan de un uso problemático de la pornografía, que se produce cuando esta «pasa a ser el centro de la vida del adolescente» y deriva en consecuencias en las relaciones personales, tanto de pareja como con padres, amigos o compañeros. «Además, les empieza a costar regular sus emociones, que son más negativas e intensas, mientras aumenta su impulsividad».

De ahí que se ofrezcan pautas para empezar a hablar sobre pornografía con los hijos, así como consejos para prevenir un uso problemático, entre los que figuran establecer normas en la utilización de dispositivos. También, han realizado un cuestionario para identificar esa conducta preocupante y abordan estrategias cuando se ha detectado ese uso problemático.

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