La COP29 se acerca al abismo entre espantadas, bloqueos y un cierre de cumbre por partes

Sábado, 23 de noviembre 2024

Quizá el tiempo dirá si Mukhtar Babayev, presidente de la COP29, se inspiró en las partidas de su compatriota Garri Kaspárov para cerrar la vigésimo novena Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Los puristas del ajedrez dividen este meticuloso deporte en tres fases: apertura, medio juego y final.

Al ‘Ogro de Bakú’ -por Kasparov, no por Babayev- le encantaba abrir sus partidas con la Variante Najdorf de la Defensa Siciliana. Según los expertos, una jugada «agresiva, pero que puede parecer inocente». Pasadas las cinco de la tarde, Babayev movió su peón negro y convocó un pleno de cierre. Encendió su micrófono y, con los delegados intentando ocupar sus asientos, espetó: «Los ojos de todo el mundo nos están vigilando y ninguno quiere irse de Bakú sin un acuerdo satisfactorio».

Tras unas breves palabras de bienvenida, el dirigente azerí comenzó una larga y tediosa aprobación de procedimientos clásicos en las cumbres climáticas. A golpe de mazo, una tras otra iban siendo aprobadas, entre ellos los polémicos mercados de carbono, un mecanismo a través del cual los Estados y empresas pueden vender o comprar derechos a emitir CO2. Primera pieza caída, manotazo al cronómetro de la partida. Toca pasar a la fase dos.

Al otro lado del estrado, los delegados de las partes se miraban asombrados sin entender nada de lo que estaba ocurriendo. En el plenario y fuera de él se formaban los corrillos, los rumores se sucedían y llegaban en forma de mensajes de guasap: «300.000 millones de dólares (unos 280.000 millones de euros al cambio actual) como base».

Tocaba mover ficha nuevamente a Babayev. Movió los alfiles para buscar espacio: dos acuerdos más aprobados y nuevamente el pleno suspendido. «Haremos un receso de 20 minutos para preparar los borradores», señaló.

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«¿¡Qué!?», se coló en la transmisión oficial. Los 300.000 millones de dólares anuales hasta 2035, que la presidencia de la COP29 recogió de la Unión Europea, Estados Unidos y Reino Unido entre otras, era ya la propuesta oficial. Un primer escalón para alcanzar el billón ansiado por los países del Sur Global, los estados en desarrollo. Solo quedaba la tercera fase de la partida: el final.

La partida más dura de Kasparov duró cuatro meses, entre el 21 de junio y el 22 de octubre de 1999, y acabó con la victoria agónica del campeón del mundo después de 62 movimientos ante 50.000 aficionados de 75 países. La de Babayev ha sido 11 días y más de 2.000 minutos más de tiempo extra contra miles de millones de personas representados en casi 200 partes. Quizá, como dijo el Ogro de Bakú, también ha sido su partida más dura.

«Había esperado un resultado más ambicioso, tanto en materia financiera como de mitigación, para estar a la altura del gran desafío que enfrentamos»

Antonio Guterres

Secretario General de Naciones Unidas

El premio final, la historia dirá si así es, una nueva meta financiera colectiva (NCQG) que se multiplica por tres y pasa de 100.000 millones de dólares anuales (poco más de 90.000 millones de euros) a 300.000 millones que el Norte Global, los más desarrollados, deberá entregar al Sur y también tendrá que usarse e invertirse con perspectiva de género para trabajar en la igualdad.

El acuerdo firmado en Bakú vuelve a señalar a los mismos países de aquella Declaración de Río de 1992 les insta a «tomar la iniciativa» y exhorta a «todos los actores a trabajar juntos para aumentar al menos 1,3 billones de dólares en financiación de fuentes públicas y privadas» para mitad de la próxima década.

Una victoria para los países en desarrollo con sabor agridulce, puesto que llegaban a Bakú con la esperanza de conseguir el billón como suelo. «Es un acuerdo preparado», replicó furiosa la delegada de India ante los vítores en el plenario. «Han aprobado el acuerdo a fuerza de golpes a pesar de las objeciones del pueblo», añadió.

La voz de India no ha sido la única que se ha escuchado en contra. A ella se han sumado Bolivia, Cuba y Nigeria, entre otros. «No puedo volver a mi país con 300.000 millones, esto es un insulto», exclamó la portavoz nigeriana. «Su desacuerdo quedará reflejado en el texto», respondió Babayev.

«Han aprobado el acuerdo a fuerza de golpes a pesar de las objeciones del pueblo»

Según varias fuentes consultadas por este periódico, el objetivo no establece un porcentaje claro de qué parte de esa financiación debería ser en forma de subvenciones o concesiones en lugar de préstamos. En la actualidad, la movilización de los miles de millones se realiza en forma de subvenciones y préstamos. De hecho, los países en desarrollo actualmente pagan más de 300.000 millones de dólares al año sólo en intereses y en muchos de ellos la deuda externa se ha disparado hasta límites insospechados.

«No son suficientes», apuntan fuentes consultadas por este periódico. «Además, no se tiene en cuenta la inflación», añade Javier Andaluz, portavoz de Ecologistas en Acción. Algunos cálculos revelan que los países necesitan entre 5 y 6,9 billones desde ahora hasta 2030 para poder cumplir con sus compromisos climáticos. «Había esperado un resultado más ambicioso, tanto en materia financiera como de mitigación, para estar a la altura del gran desafío que enfrentamos, pero el acuerdo alcanzado proporciona una base sobre la cual construir», resumió Antonio Guterres, secretario general de Naciones Unidas.

El elefante en el estadio

Mientras Babayev y el resto del mundo jugaba la partida por el NCQG, Arabia Saudí decidió abrir otra: el Diálogo de los Emiratos Árabes Unidos sobre la implementación de los resultados del balance mundial (GST en inglés). Sobre este texto, las 198 partes de la CMNUCC pusieron negro sobre blanco en Dubái «hacer la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles».

Durante los 11 días y más de 2.000 minutos de partida en Bakú, los delegados de Riad han intentado por todos los medios presionar el botón de suprimir ese concepto. Sobre el tablero, Arabia movió su torre y su rey y ya: «enroque de manual». Rica en petróleo, esta nación del Golfo Pérsico ya intentó frenar en Dubái las posiciones más avanzadas en la transición y este 2024 lo intentó hasta el final.

El nuevo texto no menciona explícitamente la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles y sólo se refiere a ello en el párrafo 28 del Diálogo de los Emiratos Árabes Unidos. Además, da un impulso a los gases fósiles, denominados «combustibles de transición», y añade que estos «pueden desempeñar un papel en la facilitación de la transición energética, garantizando al mismo tiempo la seguridad energética».

Una cumbre en el precipicio

La cumbre de Bakú llegó de imprevisto en 2023, los vetos cruzados entre Rusia y la Unión Europea hicieron que, finalmente, la capital de Azerbaiyán acogiera las discusiones climáticas. A eso se sumó un entorno geopolítico poco favorecedor, que se plasmó en sonoras ausencias y muchas tensiones. «Faltó liderazgo del presidente de la COP29», coinciden las organizaciones que representan a la sociedad civil.

A esta cumbre se ha llegado con un panorama internacional muy complicado debido tras la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca, quesacó a su país del Acuerdo de París. O con las amenazas del presidente argentino, Javier Milei, que ordenó a los negociadores de su país la primera semana de cumbre que regresaran a casa.

«Ningún país obtuvo todo lo que quería y nos vamos de Bakú con una montaña de trabajo aún por hacer«

Simon Stiell

Secretario de ONU Cambio Climático

Las tensiones geopolíticas se instalaron en las últimas horas de la cumbre. En varias ocasiones, la cumbre de Bakú estuvo a punto de caer y los miedos de Copenhague volvieron a planear sobre una cita climática. Los Países Menos Adelantados (LDC, por sus siglas en inglés) y la Alianza de Pequeños Estados Insulares (Aosis) se levantaron de la mesa y amenazaron con abandonar. «Es mejor no tener un acuerdo que un mal acuerdo», repetían.

Finalmente, el pacto llegó, aunque algunas partes dejaron claro que no estaban de acuerdo. «Ningún país obtuvo todo lo que quería y nos vamos de Bakú con una montaña de trabajo aún por hacer. Por lo tanto, no es momento de dar vueltas de honor. Necesitamos fijar nuestras miras y redoblar nuestros esfuerzos en el camino hacia la próxima cita en Belém (Brasil). Aun así, hemos demostrado que el Acuerdo de París de la ONU está dando resultados», celebró Simon Stiell, secretario de ONU Cambio Climático.

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