«De una vez por todas tenemos que tener, no tanto un pacto educativo, sino la sensatez de entregar un proceso duradero», apunta
Doctor en Ciencias de la Educación, por la especialidad de Didáctica, y profesor de Educación Infantil, Primaria y Secundaria, José Antonio Fernández Bravo ha impartido este lunes en Logroño la conferencia: ‘Enseñar desde el cerebro del que aprende’, en el marco de las conferencias ‘Hablemos de educación’ organizadas por ANPE durante este mes.
– ¿A qué se refiere cuando dice que se aprende a enseñar desde el cerebro?
– Digamos que es tener en cuenta al que aprende. Esto no significa que no tengamos en cuenta al que enseña. No, para nada. Ahora ya no se trata de que los estudiantes aprendan como nosotros enseñamos, sino de que nosotros enseñemos como ellos aprenden.
– ¿En qué fallamos, no sabemos enseñar?
– Bueno, como digo, para saber cómo enseñar hay que saber cómo se aprende. Fallamos como falla todo el mundo porque siempre hay posibilidades de mejora. Hay fallos activos y pasivos. Un fallo activo es aquel en el que de alguna manera yo soy el protagonista y un fallo o error pasivo es aquel en el que yo fallo pero yo no soy la causa como sí lo pueden ser las leyes educativas tan nefastas que tenemos, con una burocracia tan sumamente grande que, a veces no tenemos tiempo de enseñar. Tenemos tiempo de programar, de hacer ejercicios, de ver los estándares, de asociarlos a determinados objetivos, pero llega un momento en el que digo: tendré que tener tiempo para hablar con mi compañero y decidir una estrategia correcta que me haga disfrutar del proceso de aprendizaje. Eso no existe. Y esta falta de tiempo es una causa pasiva. Luego hay causas activas. Evidentemente intentas hacerlo lo mejor posible, pero te das cuenta de que el hecho de que se informe a los estudiantes desde nuestra experiencia y nuestro conocimiento implica a veces que no tengamos en cuenta su experiencia y conocimiento, y ¿qué pasa? Que la comunicación no tiene éxito porque para que tenga éxito al menos uno tiene que partir de las experiencias del otro.
«Para saber cómo enseñar hay que saber cómo se aprende. Fallamos como falla todo el mundo porque siempre hay posibilidades de mejora»
–También habla de la metodología al respeto ¿qué es?.
– Metodología del respeto digamos que es un envoltorio. Son palabras que envuelven una forma de proceder y es tener en cuenta al otro. Es una metodología que implique escuchar y entender. El respeto es fundamental para trabajar con el otro. Nosotros trabajamos con personas y esto es un poco el sentido. En definitiva, es más de lo mismo, es tenerle en cuenta, pero tenerle en cuenta para proteger el estilo de aprender. Hay muchas personas que no quieren aprender, cierto, pero también es verdad que hay muchos que quieren aprender y se les quita ese gusto y ese deseo. Pues sí, también es verdad. Que triste ¿no? La lucha, la verdadera lucha educativa es proteger ese deseo de aprender y proteger el deseo de enseñar. Porque del mismo modo hay también cantidad de profes que quieren enseñar y que se ve limitado ese deseo.
– Antes me decía que todas las leyes educativas son nefastas, ¿mejora algo la Lomloe?
– Digo leyes educativas nefastas en tanto que recogen unos intereses de política educativa que no gestionan las necesidades e inquietudes del que aprende y del que enseña. Ha habido una cantidad de leyes educativas enorme que suponen una burocracia enorme, enorme. Han cogido sin sentido, a mi juicio, cantidad de protocolos y acciones que impiden de verdad poder hacer algo en condiciones por el tiempo que exigen para, por ejemplo, la preparación de la clase, con lo cual luego no tienes tiempo para dar la clase. En España hay tantas leyes educativas que son demasiado. Yo siempre digo que lo que que hay no son leyes educativas, son venganzas electorales. Yo creo que de una vez por todas tenemos que tener, no tanto un pacto educativo, sino la sensatez de entregar un proceso duradero, en el que todos los partidos políticos puedan contribuir.
– ¿Lo veremos algún día?
– Mientras haya intereses distintos es muy difícil que haya un pacto educativo. La pregunta es: ¿que hay que pactar? Yo digo muchas veces estamos pactando currículos diferentes, yo quiero más horas de esto y yo quiero menos horas de esto. Estamos pactando desde el mundo del adulto lo que pertenece al mundo del niño. Creo que para que exista un pacto educativo y nos pongamos todos de acuerdo lo mejor es quitar el currículo y ya no hay nada que pactar. Lo que sí se pactaría no es ya qué contenidos o qué forma tiene cada centro educativo de darlo, sino unos estándares en los que pudiéramos converger todos para que a los 12 años, a los 14 años, a los 17 años, pudiéramos valorar en qué medida esa formación contribuye a alcanzar los estándares. Pero los caminos que cada uno coja deben ser libres. Ahora tenemos una educación totalmente impositiva, dirigida, donde los colegios tienen que ver la multiplicación en segundo y el número decimal en cuarto porque viene una prueba de conocimientos que exige que eso tiene que ser así. Cuando yo tengo seis años para verlo, yo puedo verlo en tercero y a mí nunca me van a preguntar cuándo aprendí a multiplicar, sino si sé o no, porque estamos, por así decir, los primeros y uno de los primeros países en ver los contenidos y uno de los últimos en entenderlos. Habrá que preguntarse qué hay que pactar, ese es el problema.
Enlace de origen : «Lo que hay son venganzas electorales, no leyes educativas»