El timo del amor: un falso piloto y libros de psicología para estafar 300.000 euros a una mujer en Málaga

Todo empieza con una solicitud de amistad. Mira el móvil y ve una cara que llama su atención. Un piloto comercial o un militar, con uniforme y todo, que empieza a escribirle por privado. Le parece interesante, así que le abre la puerta de su red social sin saber que, con ella, le abre también la de su vida, que está a punto de cambiar, pero para mal.

Dice ser Gregory, pero como si se llama Anthony, John o Peter, da igual. Hablan de vez en cuando, como amigos. Le cae bien y está sola -todas las víctimas son mujeres-, así que cada vez se escriben más. Conversan sobre asuntos triviales, como aficiones o gustos musicales, y van pasando a temas más íntimos. Comienza a gustarle, flirtean y se acaba enamorando. El príncipe azul existe, aunque no pueda verlo ni tocarlo. Es Greg, el piloto, o Anthony, el militar que está de misión humanitaria en Turquía. O eso cree.

Así funciona el llamado timo del amor, o de los enamorados, una modalidad de estafa que hace estragos en las redes sociales y que se caracteriza por la dificultad (enorme) de desenmascarar a las personas que manejan los falsos perfiles del piloto de aviones o el militar norteamericano porque operan desde el anonimato, entre las sombras de Internet.

Pero no siempre lo consiguen. Un grupo de agentes de la Policía Nacional de la comisaría Este, más conocida como la comisaría de El Palo, ayudados por compañeros de otros distritos de la ciudad y de Judicial, han logrado identificar -y detener- a 11 presuntos miembros de una banda que habrían defraudado un millón de euros a 60 mujeres repartidas por todo el territorio nacional.

Mujeres con solvencia económica

Hay denominadores comunes a ambos lados de la historia. Ellas son, todas, mujeres con solvencia económica. Ellos son, todos, de origen nigeriano, con conocimientos de informática y con habilidades para lo que policialmente se conoce como ingeniería social, que no es otra cosa que el arte (por llamarlo de algún modo) de hacerte creer lo que no es. De hecho, parecen estudiar para ello: la policía encontró libros de psicología en los registros realizados.

La estafa empieza siendo masiva. Una especie de red de cerco que se extiende por Twitter, Facebook o Whatsapp. La mayoría de las piezas escapan por los agujeros de la malla porque no se creen la historia de Greg, pero las que sí lo hacen, las que quedan dentro de la red, acaban entrando en una espiral de engaños edulcorada de romanticismo que las ciegan por completo.

«Algunas, incluso, siguieron entregando dinero a los timadores después de haberlos denunciado, cuando ya podían saber, o al menos intuir, que todo era mentira», explica el inspector jefe José Miguel Castillo, responsable de la comisaría del distrito este de la Policía Nacional, donde se ha cocinado la ‘operación Malmos’. El motivo: estaban «enamoradísimas» del personaje construido en torno al falso perfil.

‘Malmos’ es la suma de Málaga, donde estaba asentada la banda, y Móstoles, donde se presentó la primera denuncia y que se convirtió en la punta del iceberg. Una mujer de mediana edad y de alto poder adquisitivo contó a los agentes que había sido estafada por un hombre al que había conocido por Internet y que dijo ser un piloto de aviones del ejército de un país africano.

El gancho, en este caso, fue que estaba atrapado en un país extranjero y se había quedado sin fondos, por lo que le pedía ingresos de pequeñas sumas para sus gastos. Con otras víctimas también se hicieron pasar por médicos o arquitectos que atravesaban por alguna dificultad financiera que les impedía acceder a sus cuentas. «Mi amor, estoy tan preocupado… Estoy preocupado por mi vida porque no puedo sacar dinero», escriben.

El último golpe de efecto de la estafa llegaba cuando el falso piloto le pedía un favor a la mujer, que para entonces ya creía tener una relación con él. Como no podía acceder a sus cuentas en su país por hallarse en el extranjero, supuestamente le había dicho a un familiar que enviara a la víctima una caja con dinero en efectivo (desde 300 a 30.000 euros) para que ella, a su vez, ejerciera de intermediaria y pudiera transferírselos.

El paquete, evidentemente, nunca llegaba. En su lugar, lo que recibía la mujer era un mensaje que decía ser remitido por Hacienda diciendo que Aduanas había interceptado el envío y que a ella, como destinataria, se le reclamaba los 30.000 euros en efectivo con un recargo del 10% en concepto de «multa antilavado» (por el blanqueo). «Señora, ambos son delincuentes (refiriéndose al supuesto novio y a la víctima), contáctenos para realizar el pago», apremian los delincuentes.

Transferencias de 50.000 euros

Mediante ésta y otras tretas similares, la banda habría conseguido transferencias de 300 -la mayoría- a 50.000 euros. El caso más destacado, de entre los 60 estafas que se atribuyen a los detenidos, es el de una mujer -muchas de las víctimas son profesionales cualificadas- que habría entregado más de 300.000 euros a los delincuentes. Al parecer, llegó a hipotecar su casa.

El hilo del que esta vez sí pudo tirar la policía fue una cuenta bancaria abierta en una entidad financiera de El Palo. Los agentes de Móstoles alertaron a sus homólogos malagueños de que la sucursal estaba muy cerca de la comisaría. La rápida intervención policial permitió identificar a los primeros eslabones de la cadena, que fueron detenidos por su presunta implicación en las estafas y porque, además, cada uno de ellos portaba dos pasaportes.

El Grupo de Investigación del distrito Este centró las pesquisas en dos vías concretas: el dinero -el estudio de las cuentas y los establecimientos donde lo retiraban- y las direcciones IP (la matrícula de la conexión a Internet). Eso les permitió localizar varios pisos utilizados por la organización en Málaga, que se encontraban en El Palo, La Palmilla, Miraflores de los Ángeles y Martínez de la Rosa.

El inspector jefe responsable de la comisaría del distrito Este resume en una palabra los consejos para prevenir estas estafas: «Recelar». En primer lugar, «debemos desconfiar de cualquier persona que te pide dinero desde un perfil que no conoces», explica Castillo. Y ante la duda, «contacten con la policía por teléfono, en una comisaría, en redes sociales o a través de la aplicación AlertCops, donde incluso pueden chatear con un agente».

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