El Girona muestra el camino al City

El Taty Castellanos, autor de un póker para la historia, recogió el guante de su compañero Stuani y ejerció esta vez como verdugo de un equipo que, con la cabeza puesta en la Champions y en la Copa del Rey, ofreció una imagen deplorable en el feudo del Girona, una escuadra sin complejos que tiene en Montilivi un feudo casi inexpugnable.

Solo Celta, Real Sociedad, Barça y Atlético han conseguido asaltar esta campaña un fortín en el que el bloque de Míchel acumula cinco triunfos en sus seis últimos encuentros. Los blanquirrojos, un satélite del Manchester City, mostraron el camino a los dueños del Etihad, que no tienen al Taty Castellanos sino a un tal Erling Braut Haaland que también sabe marcar goles como churros. El cuadro de Ancelotti está avisado.

El italiano introdujo cinco variantes respecto al once que dispuso tres días antes frente al Celta, pero todo le salió torcido. Los blancos, agarrados a las pedaladas de Vinicius, tomaron el mando de salida y pudieron adelantarse a raíz de un taconazo de Rodrygo tras centro de Modric, pero Juanpe salvó casi sobre la línea. Sin embargo, fue el Girona el que golpeó a la primera. Riquelme recibió en banda, percutió por dentro y desarboló a la retaguardia visitante filtrando un pase a Iván Martín. El centrocampista aguantó y sirvió atrás a Miguel Gutiérrez, que centró con delicadeza para que el Taty Castellanos inaugurase su festival ajustando a la red con la testa.

El aldabonazo espoleó al Girona, bien abrigado en defensa y demoledor en ataque frente a un rival lánguido que recibió un nuevo correctivo enseguida. Un envío en largo de Arnau tras un saque de banda lanzó en estampida al Taty Castellanos, que logró una hazaña homérica al rebasar en carrera a un Militao más optimista de la cuenta antes de batir a Lunin por bajo. Fue el inicio de una tarde para olvidar del central brasileño.

Sin ganas de Liga

Pese a verse dos goles abajo cuando ni siquiera se había cumplido la media hora de partido, el Real Madrid se negó a bajar los brazos, una virtud que no osaría discutirle jamás ni su más acérrimo detractor. Vinicius alimentó la caldera con ese fuego que nutre su espíritu infatigable. Enfangado y mil disputas con los futbolistas del Girona y con la grada, el carioca supo bajar las pulsaciones lo necesario para marcarse un eslalon en el área que metió el miedo en el cuerpo a las huestes locales antes de que un centro de Asensio desde la derecha le sirviese al ex del Flamengo para recortar distancias rematando de cabeza.

No distrajo el revés a un Girona, que lejos de lamentarse dio otro zarpazo nada más regresar de vestuarios. Percutió Yan Couto por la derecha sin que el pesimista Nacho lograse ponerle el cepo y soltó un centro tenso que embocó Taty Castellanos aprovechando otra vez la laxitud defensiva del equipo de Ancelotti.

A pesar de la renta, los locales, enardecidos, mantenían pisado a fondo el acelerador, por lo que Ancelotti recurrió a Camavinga con el objetivo de que el francés taponase el costado zurdo y aportase un plus de energía. Pero de nada le valió esta vez al italiano sacar a su Ferrari del garaje porque Castellanos agrandó la herida ganándole otra vez la partida a un Militao irreconocible para sellar el cuarto de cabeza. Descontó Lucas Vázquez en la recta final, asistido por Vinicius, pero el tanto del gallego apenas maquilló el estropicio para un Real Madrid que ya no tiene tiempo para la Liga.