Denuncia al hospital de Basurto por enviarla a casa de parto y dar a luz dos horas después en su portal

Pese a su juventud -tiene 25 años- Nerea Sánchez es madre de dos niñas, de dos años y cuatro meses. La pequeña, Keyla, debería haberse llamado Alexandra porque su tío ‘Alex’ ejerció como improvisado matrón y ayudó a traerla al mundo. Nació en el portal de casa, apenas dos horas después de que su madre recibiera el alta en el hospital de Basurto, adonde había acudido con contracciones. Allí fue examinada por una ginecóloga, que certificó que estaba dilatada de entre «dos y tres centímetros» y la mandó a casa pese a no estar monitorizada.

Nerea, que es técnica de laboratorio en un hospital vizcaíno y ya había pasado por un parto antes, empezó a sentir que se acercaba el momento del alumbramiento el pasado 3 de enero, pero «aguanté todo lo que pude». Estaba de 38 semanas y tres días, momento en el que un embarazo se considera ‘a termino’. A las dos y media de la madrugada del 4 de enero, mientras veían una película en casa, la joven le pidió a su hermano, ‘Alex’, de 31, que vive en Barcelona pero estaba pasando la Navidad con la familia, que la llevara al hospital.


Nerea Sánchez


Excepcional

El Servicio Vasco de Salud alega que los partos «precipitados» son un porcentaje mínimo y que se aplicó el protocolo

Una vez en Urgencias de Basurto, «me pusieron monitores» durante media hora. Tal como aconsejan, la joven se iba controlando las contracciones, que cada vez eran a intervalos más cortos. Cuando pasaba una auxiliar por la habitación, le pedía que la viera el equipo médico porque el dolor iba en aumento. «Hay que esperar porque están en otro parto», le contestaban. Pese a encontrarse sola en la sala, a las tres de la madrugada le retiraron el monitor que informa de la frecuencia e intensidad de la dinámica uterina.

La ginecóloga no pudo examinarla hasta las cinco. En ese tiempo, las contracciones habían ido aumentando y eran ya cada dos o tres minutos. «Entiendo que no soy la única persona a la que tienen que atender, pero igual deberían poner más médicos». La especialista observó que estaba dilatada de entre «dos y tres centímetros» de un máximo de diez y le hizo una ecografía. «Me dijo que me diera una ducha, comiera algo e intentara dormir y volviera a lo largo de la mañana», recuerda. Nerea pensó: «¿cómo es posible que me manden a casa si las tengo seguidísimas? Pero si me lo dicen, será porque es así». Vive en Lemoa, así que tardaron media hora en llegar. Intentó bañarse, dormir… pero el dolor le resultaba insoportable. Comió un yogurt y le sentó mal. Sus padres le animaban a que volviera a Basurto. «Pero si acabo de estar», se justificaba ella. Y siguió aguantando. Sobre las siete de la mañana «entré al baño y me vi sangre. Me asusté y le pedí a mi hermano que me llevara a Urgencias».

«En el ascensor empecé a sentir la cabecita y pegué dos gritos. Mi hermano me cogía para llevarme al coche. ‘¡Álex, que no da tiempo! Y me bajé los pantalones». En el momento del parto, las mujeres sienten un irrefrenable instinto de pujo. «’Bueno, Nerea, pues va a ser aquí’», pensó. El joven, que ha estudiado psicología y trabaja en una empresa ajena al sector sanitario, llamó al 112 y mientras sujetaba el móvil con el hombro, con las manos ayudaba a su hermana. «Me toqué y noté la cabeza de la niña. ‘Alex, que no se caiga, cógela’».

13 días con bronquiolitis

«La niña se me salía. Prácticamente no tuve ni que empujar. Nació estando yo de pie. Fue todo muy rápido». Álex limpió las vías respiratorias a la bebé y se la dio a la madre después de que rompiera a llorar. Por teléfono, le indicaron que buscara ropa de abrigo. Las temperaturas a esa hora -nació a las 7.15 horas- rondaban los cero grados. Se quitó la chaqueta para que Nerea se pudiera sentar con la niña y una vecina bajó mantas.

Primero llegó una ambulancia de Soporte Vital Básico, pero la medicalizada tardó casi una hora. Entonces, le pinzaron el cordón y la trasladaron de nuevo al hospital, donde expulsó la placenta. Allí se cruzó con la ginecóloga que le había dado el alta. «Estos partos son así», se justificó. Permanecieron solo una noche en Basurto, pero al de tres días, debido al frío que había pasado en el portal, la pequeña ingresó de nuevo en la UCI con bronquiolitis y estuvo 13 días. «Eso fue lo más duro. Nunca lo había pasado tan mal en mi vida. Tan pequeña, con el respirador. Está tres días contigo y la tienes que dejar en una incubadora. Se te pasan un montón de cosas por la cabeza».

El parto

«En el ascensor empecé a sentir la cabecita. Aún no me creo que diera a luz en el portal»

La joven, representada por el despacho Gómez Menchaca, ha presentado una reclamación de daños y perjuicios frente al Servicio Vasco de Salud «porque no puede pasar esto en el año en el que estamos». «Creo que no se le ha dado suficiente importancia. Nadie ha sido consciente de lo que es dar a luz en un portal sin asistencia médica, de lo que nos podía haber pasado a la niña o a mí ante cualquier contratiempo», advierte.

El Servicio Vasco de Salud, por su parte, alega que cumplió el protocolo, según el cual, una parturienta no ingresa hasta que no llega a los cuatro centímetros de dilatación del cuello uterino. Además, el porcentaje de «partos precipitados», como se les conoce, «es mínimo, del 3%» y «no hay forma de pronosticar que se va a desarrollar de esta forma».

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