Tiempo de verano, época de descapotables si bien, seamos sinceros, en España es la primavera y el otoño (o el invierno para los más fanáticos) el momento adecuado para retirar las capotas de lona.
Pero vamos a nuestra historia. El Mercedes Benz 300 S (W 188) fue la estrella del stand de la marca alemana en el Salón del Automóvil de París del 4 al 14 de octubre de 1951. Derivado del prestigioso 300 (W 186) berlina al que el catálogo de ventas describía como un «automóvil que hace realidad los sueños», la variante de dos puertas invitaba a soñar aún más.
El 300 S estaba disponible como Cabriolet, Coupé y Roadster. Las tres variantes tenían un diseño muy seductor con su capó alargado, una línea de techo baja y una parte trasera fluida. El 300 S estaba hecho a mano por el departamento de ediciones especiales en la planta de Sindelfingen. En el interior se utilizaban los mejores materiales: cuero, madera exótica, metal bruñido. El resultado no fue solo un coche de gran exquisitez, si no que cada unidad era única, porque, como antes de la II Guerra Mundial, el departamento de ediciones especiales cumplía prácticamente cualquier deseo de su adinerada clientela. Así que prácticamente no hay dos unidades del 300 S que sean idénticos.
La empresa era consciente de la importancia del nuevo modelo en el contexto de su propia historia de automóviles deportivos y de lujo: «Daimler-Benz AG siempre ha prestado especial atención y cuidado a los modelos de la clase de lujo internacional. El 300 S ha sido creado para el círculo de entusiastas que tienen mayores exigencias con respecto a la elegancia, la comodidad, el rendimiento, la velocidad y la adherencia a la carretera», señalaba el folleto de 1951 sobre el 300 S.
De las tres versiones de carrocería, la que se mostró en el stand de París fue el Cabriolet. También hubo un Coupé en París, utilizado como coche de demostración. El Roadster que completó la gama de modelos estaba ausente de la cita parisina de 1951.
El inicio de la idea
La historia del 300 S comenzó cuatro años antes de su estreno mundial: «queremos un modelo que devuelva el prestigio al nombre Mercedes-Benz», postuló el Dr. Wilhelm Haspel, director general de Daimler-Benz AG, en una reunión de la Junta en diciembre de 1947.
Era una apuesta muy complicada, en el contexto de una Alemania destruida por el conflicto bélico que, apenas dos años antes, había terminado. Aún se podían ver campos de escombros en muchas ciudades, e instituciones y empresas luchaban contra la falta de materiales y trabajadores cualificados.
Resulta incuestionable que, para la mayoría de la población alemana de la época, las preocupaciones por la supervivencia diaria eran prioritarias. Pero al tiempo, había una visión compartida por muchos: regresar a la normalidad y seguir adelante. Así, en la Mercedes-Benz eso suponía recuperar su posición en lo más alto de la industria mundial del automóvil. Para poner la previsión de Haspel en contexto, conviene recordar que en 1947 Mercedes-Benz producía solo el 170 V (W 136), basado en un diseño de antes de la guerra, con un nivel de equipamiento modesto y solo en cantidades bastante pequeñas. Pero a finales de 1947, los responsables de la firma tomaron algunas decisiones pensando en el futuro y esto marcó el rumbo de los modelos de gama alta 300 y 300 S, que se presentaron en 1951: exclusivos, con un impresionante confort, diseño y tecnología. El equipamiento de serie, espectacular para la época, incluía calefacción con ventilador a derecha e izquierda, intermitentes, dos faros antiniebla, luz de marcha atrás, asiento auxiliar acolchado y abatible, maletas a medida…
En su presentación y siguientes pruebas, el nuevo modelo no solo causó sensación entre el público. También convenció a la prensa especializada. La revista «Das Auto Motor und Sport» decía: «Continuando con la tradición que una vez comenzó con el modelo K de 6 litros, continuó con los famosos modelos S y SS y estuvo representada por última vez por el 540 K, el 300 S se ha presentado ahora en el Salón del Automóvil de París como un cómodo deportivo de turismo. Y es precisamente esta clasificación la que constituye su característica especial: velocidad, deportividad y seguridad en la conducción combinadas con confort, comodidad y solidez».
La francesa «Motor Revue» llegó a las siguientes conclusiones en una prueba publicada en 1952: «La impresión exterior ya es imponente. Las líneas armoniosas de la carrocería ancha y baja destilan rendimiento y elegancia, su clásico estilo Mercedes, nobleza y prestigio. La forma orientada a la tradición puede ser técnicamente menos actualizada que una carrocería autoportante moderna, pero para un vehículo distintivamente lujoso, esta idiosincrasia individualista es quizás más importante que la posible ganancia en velocidad y consumo de combustible. […] No menos impresionante es el lujoso interior de este automóvil, que está disponible opcionalmente como descapotable, coupé o roadster».
La suiza «Automobile Revue» en un número del mismo año ofrece un titular muy claro: «Un nuevo automóvil para la élite mundial, que combina seguridad de conducción suprema, lujo refinado para dos y las características de una pura sangre deportivo«. Y luego continua: «Sobre todo, el 300 S encarna una síntesis rara vez o nunca antes lograda entre los requisitos de un automóvil de turismo y un automóvil deportivo. […] Aparte de las características de conducción, no son menos importantes la carrocería y el equipamiento del 300 S que hacen que los viajes largos sean puro placer». La misma revista también mencionaba un aspecto negativo: «Un elemento en nuestra lista de deseos es la iluminación de la guantera, que aún falta….»
Al alcance de pocos
El precio de venta también confirmó el posicionamiento del 300 S en lo más alto del mercado. En 1951 fue el automóvil más caro producido en Alemania, hablamos de 34.500 marcos, 10.000 más que el 300 Berlina.
Otra comparación: en 1958 un conductor que quisiera un Mercedes ya podía estar en la carretera con un 180 «Pontón» (W 120) que costaba 8.700 marcos. Pero, la mayoría de las personas a mediados de la década de 1950 todavía soñaban con tener su propio automóvil, y en Alemania habrían estado más que satisfechos con un Lloyd 400 por 3.350 marcos, un Volkswagen «Escarabajo» por 3.750 o un BMW 600 por 3.985 marcos, por ejemplo.
Y así cautivó a unos conductores muy especiales: cabezas coronadas como el rey Pablo I de Grecia, el magnate del automóvil Henry Ford II, o estrellas de Hollywood como Bing Crosby, Gary Cooper. Un ejemplo específico de la «herencia» del modelo es el Dr. Ignacio Barraquer, el oftalmólogo español de renombre internacional: en 1938 compró un 540 K «Autobahn Courier» (W 29), una variante de carrocería extremadamente rara. En 1953 eligió un 300 S como su sucesor. Tanto el 540 K como el 300 S fueron diseñados por Hermann Ahrens. Desde la década de 1930 hasta la década de 1950, fue responsable del diseño de numerosos automóviles Mercedes-Benz, tanto turismos como vehículos comerciales.
El desarrollo técnico se llevó a cabo bajo la tutela del Prof. Fritz Nallinger. El 300 S se basó en gran medida en el Modelo 300, pero tenía un chasis con una distancia entre ejes 150 milímetros más corta. El motor de tres litros llevaba la designación M 188 debido a numerosos cambios en comparación con el motor de limusina. Allí, con dos carburadores, generaba 115 CV a 4.600 rpm. En el 300 S, con mayor compresión, árbol de levas «afinado» y tres carburadores, subía 150 CV y alcanzaba 175 km/h.
En septiembre de 1955, en el Salón Internacional del Automóvil de Frankfurt, la marca también presentó la versión renovada del exclusivo modelo de dos puertas, el 300 Sc, junto con el 300 C Berlina. Los cambios más importantes se referían al eje trasero y al motor, que adoptaba lubricación por cárter seco e inyección en lugar de carburadores, elevándose la potencia a 175 CV.
La carrocería también sufrió cambios: el 300 Sc tenía luces traseras en las ventanas laterales y luces indicadoras más grandes en la parte delantera y trasera. Otras características distintivas fueron dos entradas de aire horizontales con tiras cromadas decorativas a ambos lados debajo del capó, y aparecían las letras cromadas «EINSPRITZMOTOR» (motor de inyección) en el centro del parachoques trasero. La producción del 300 Sc finalizó en abril de 1958.
En la actualidad
El 300 S no solo era objeto de deseo en sus tiempos. Hoy día, es un objeto de colección solicitado y raro: solo se construyeron 560 ejemplares del 300 S hasta agosto de 1955 (216 Coupés, 203 Cabriolet As y 141 Roadster), incluidos los modelos anteriores a la serie. Además de otros 200 ejemplares de los sucesivos 300 Sc con motor de inyección de combustible (98 Coupés, 49 Cabriolet AS y 53 Roadster).
Más información
Todos sumados nos dan 760 unidades de este dos puertas. En comparación, entre 1954 y 1957 se produjeron exactamente 1.400 versiones Coupé del 300 SL, que también son muy populares entre los coleccionistas, y otras 1.858 del Roadster hasta 1963.
Enlace de origen : Mercedes 300 S, o en busca del sueño perdido