No tener ninguna habilidad extraordinaria, ser normal en un mundo donde todos los humanos tienen alguna capacidad especial es el divertido tormento de la protagonista de esta comedia singular
En pleno apogeo de las series protagonizadas por gente con superpoderes que acaparan los menús de las plataformas de entretenimiento en streaming hay un resquicio de esperanza. Por una pequeña grieta se cuela un destello de originalidad, una propuesta que presenta, precisamente, a una joven locuaz y lenguaraz sin aparente suerte en la vida que no goza de ninguna habilidad sobrenatural. La protagonista de ‘Extraordinary’, disponible en Disney+, no es capaz de hacer nada especial. No tiene ninguna capacidad singular, no destaca en nada, a diferencia del resto del planeta. Está rodeada de humanos que exhiben todo tipo de poderes excéntricos en un mundo distópico donde ser diferente significa no echar a volar por encima de los edificios o lanzar rayos mortales por los ojos.
Si en el mítico título de culto ‘The Last Man on Earth’, en delicioso blanco y negro -basado en la novela de Richard Matheson-, el legendario Vincent Price interpretaba al único superviviente en una tierra invadida por una suerte de zombis-vampiro, siendo el raro de la historia, en la serie que nos ocupa el signo de distinción ante los demás es no gozar de ninguna virtud extraordinaria. El rol principal es una tipa normal.
En la primera escena de ‘Extraordinary’ somos testigos, rápidamente, de la peculiaridad de la protagonista. Responde a las preguntas de una entrevista de trabajo con excesiva sinceridad porque la persona que le interroga de recursos humanos tiene la habilidad de conseguir que quienes estén enfrente nunca mientan. Su mirada es como el suero de la verdad. La excusa perfecta para situarnos en un mundo fuera de nuestra lógica actual, poblado por superhéroes de andar por casa, mientras hurgamos más de la cuenta en las interioridades del personaje estrella de una comedia empapada de humor ácido, muy británico, que le da la vuelta al costumbrismo, con algunos momentos de despendolado dramatismo. Los poderes extravagantes se manifiestan en los seres humanos cuando cumplen los 18 años, en tan vital cambio de edad, pero no siempre ocurre a tenor de los problemas de Jen, que va a cumplir 25 primaveras y ahí sigue, sin nada que ofrecer más allá de ligar en Tinder con sujetos irritantes: el culmen es un individuo con pinta de empollón que provoca un orgasmo espectacular a quien le toca, pero no quiere valerse de su codiciado talento para que su partenaire disfrute (toca ponerse guantes y un fino filme de plástico en los labios).
Maniobras orquestales
Buscar su superpoder es el objetivo de Jen, que prueba todo tipo de maniobras orquestales para conseguir que se manifieste su don mientra le devora la angustia vital de sentirse diferente, agravada por lo problemas propios de su edad. Le ayudan en la gesta sus compis de piso, una pintoresca pareja: él quiere ser Batman y puede hacer retroceder el tiempo mientras ella -ojo, se llama Carrie- se deja poseer por espíritus, habla con los muertos, dando pie a escenas rocambolescas como comunicarse con Hitler para ponerle a caldo en un momento de estrés con sus colegas. No siempre es un chollo tener una virtud sobrenatural, hay quien la lleva como una condena y hay poderes que resultan sumamente absurdos.
La protagonista trabaja en una tienda de disfraces y su jefa cincuentona está atrapada en el cuerpo de una niña insolente. Algunos talentos delirantes dan pie a situaciones desternillantes. Una mujer dentista tiene la cualidad de generar una banda sonora que refleja el estado de ánimo de quien se le acerca. Por supuesto, reina el terror en su consulta. Son muchos los matices que elevan esta comedia juvenil por encima de lo habitual en el formato. Ocho capítulos, que no llegan a la media hora de duración cada uno, conforman una historia que pierde algo de fuerza en su desarrollo, pero no deja de ser fácil de digerir y disfrutar. Hay gags ingeniosos, elude los chistes fáciles y se notan las ganas de exprimir nuevas vertientes de un género, el audiovisual superheroico, cuya moda no cesa. Aquí se cruza con la modalidad «compañeros de apartamento», aunque, afortunadamente, salen a la calle.
La fauna que se pasea por ‘Extraordinary’ es tan patosa como entrañable, una colección de freaks que necesitan urgentemente un abrazo. No falta emotividad en la serie -funciona especialmente la química entre la protagonista y su colega espiritista-, ideal para descongestionar nuestra lista de material de visionado pendiente. Máiréad Tyers, vista en ‘Belfast’, encarna a la chica normal en una creación de la debutante Emma Moran, que ha sido apadrinada por Sid Gentle, productora que está detrás de títulos aplaudidos como ‘Killing Eve’ o ‘Los Durrells’. La pertenencia al grupo, el sentido de la amistad, la identidad y las relaciones afectivas son algunos de los temas que vertebran esta recomendable referencia que puede perderse entre la oferta de Disney+.
Enlace de origen : Crítica de 'Extraordinary': ¿Dónde está mi superpoder?