‘El Cordobés’ dice que no ambiciona el patrimonio de su padre tras el reencuentro

Manuel Díaz, ‘El Cordobés’, en su comparecencia ante la prensa. / Juan Carlos Hidalgo / EFE | Vídeo: EP

Manuel Díaz no piensa cambiar de apellido y sostiene que su madre está tranquila porque le ve a él feliz

Antonio Paniagua

Manuel Díaz ‘El Cordobés’ estaba muy nervioso aquel día en que
después de 54 años vio por primera vez cara a cara a su padre. Cuando quedaban unos pocos metros para llegar a la finca, frenó y se detuvo. Temblaba. Si no hubiera sido por su mujer, Virginia Troconis, cree que se hubiera desmayado. Manuel Benítez, el que no quiso saber nada de él durante casi medio siglo, le esperaba en el camino. «Me tiré del coche, no sé si lo paré. Entonces me dijo lo que yo durante toda mi vida había querido escuchar: ‘Hijo, todo llega’. En ese momento nacimos los dos».

Esa cita se concertó bastante tiempo antes del 14 de febrero, el día que se supo que las desavenencias habían desaparecido. Cuando se vieron, Díaz le dijo a su padre: «Perdona si he hecho algo en mi vida que no debiera, pero las circunstancias me han obligado. Y él me contestó: «no, perdóname tú a mí». Y así fue como se esfumaron las penas. Ya el 4 de mayo del año pasado la relación paterno-filial estaba reconstruida, porque ese día Manuel Díaz felicitó a su padre por su 86 cumpleaños.

Díaz fue cuidadoso con la memoria de su madre, María Dolores Díaz González (Jaén,1947). ¿Ha perdonado ella las décadas de olvido de quien desentendió de ella y su bebé? «Mi madre está tranquila y feliz porque me ve a mí feliz, Tampoco la puedo cargar de sopetón con todo lo que ha sucedido, pero ella es lista, muy lista, mi madre sabe latín y está con la antena puesta. Ella no ha cambiado en absoluto su verdad, que era la realidad».

Desde aquella jornada del rencuentro, que Díaz no quiere concretar, las emociones le desbordan. Una semana después de que se publicara la foto de ambos matadores abrazados, Manuel Díaz sigue aún sumido en una nebulosa. Pese a su confusión mental hay dos cosas que ‘El Cordobés’ hijo tiene claro: no le mueve el dinero por la herencia de su padre y carece de interés alguno por cambiarse el apellido. Durante estos días todo han sido parabienes y felicitaciones: hasta el mismo Julio Iglesias le ha mandado un mensaje en el que se congratula por el encuentro. A pesar de la tardanza, Manuel Díaz no guarda ningún tipo de rencor hacia su progenitor: «Yo he ganado un padre y él ha ganado un hijo». Al diestro, que abandonará los ruedos este año, nunca se le ha pasado por la mente reivindicar el patrimonio al que tiene derecho. «Nunca en mi vida se me ocurriría reclamarlo. Sé dónde lo ha ganado y lo que cuesta hacerlo. Yo lo he ganado en el mismo sitio. No necesito más en la vida. Ahora lo único que pretendo es que él esté feliz conmigo».

Un día Manuel Díaz tuvo una intuición. Le echó arrestos, agarró el teléfono y llamó al padre ausente. Al otro lado de la línea no estaba él, pero las circunstancias se confabularon para que el torero, ya anciano, venciera sus últimas resistencias. «Madre mía, me dije, lo que voy a hacer. Me puedo encontrar con un no, pero no pasa nada porque he vivido con el no toda mi vida».

Ángel de la guarda

La artífice de ese momento en que padre e hijo se abrazan y sonríen ante un par de copas de cava, en la bodega del diestro de Palma del Río, fue María Ángeles Quesada, actual pareja de ‘El Cordobés’ y ángel bienhechor para Díaz.

Después de que un sinfín de informadores le pidieran una entrevista, Manuel Díaz accedió este martes a comparecer ante la prensa. Aún parece vivir en el limbo. Pese a su desenvoltura ante las cámaras, al diestro se le entrecortó la voz en algún momento. Explicó los pormenores de ese acercamiento, aunque omitió muchos detalles que prefiere guardar para la intimidad. ‘El Cordobés’ padre, proclamado V Califa del toreo, ya conoce a sus nuevos nietos: Alba, fruto de su matrimonio con Vicky Martín Berrocal; y Manuel y Triana, nacidos de la unión con Virginia Troconis. «¿Tú sabes porque ellos te quieren?», le dijo el que fue lo que antes se llamaba hijo ilegítimo. «Porque yo les enseñé a quererte?».

Manuel Díaz ya tenía mucho ganado. En 2017 su padre le reconoció públicamente como hijo. No le quedaba otra, a la vista de que la Audiencia Provincial de Córdoba había confirmado un año antes que Díaz era su hijo biológico. Lo avalaba, al 99,9%, un análisis de ADN del que se desprendía que las dos figuras del toreo llevaban la misma sangre.

El hijo seguía la pista del padre desde crío, desde que su abuela presentara sin rebozo a las vecinas a su nieto como el hijo de ‘El Cordobés’. Ahora los dos se entienden a la perfección, aunque al inventor del salto de la rana hay que comprenderle para quererle. «Él es especial, quiere a su manera. Si no le coges el aire en tres minutos estás perdido en el desierto. Solamente estando con él me he contestado a tantas preguntas que ya no necesito hacerle».

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