El increíble cambio de una casa con ocho hijos: descubre cómo lograron lo imposible

Tener una familia tan amplia implica centrar la vida diaria en el salón, que desde
por la mañana ya recibe a los más pequeños en pijama clamando ayuda. Presencia los líos de mochilas
después de clase, los juegos y la hora de dibujar; que acoge las sesiones de tele y después de
adaptarse a duras penas a todo este trajín, cuando todos duermen ya, aún sabe hacer una última
transformación. Es la hora de los padres: ese gran momento de relajarse y disfrutar de un rato
tranquilo de intimidad.

Algunos focos de atención

Claramente el salón es el protagonista del caos, y es el que alberga los problemas
más notorios. Su distribución y su mobiliario pertenecen a otra época en la que la familia era mucho
más reducida, y piden a gritos una adaptación.

Como todos conviven allí en su día a día, necesita orden y un sitio para cada cosa.

Los sofás, antiguos y poco cómodos, atentan contra el ambiente cálido y acogedor que
debería reinar. Los juegos y juguetes han colonizado el espacio, desbordando la ocupación de sus
sitios de almacenaje y extendiéndose hasta por la chimenea.

La mesa de la zona destinada a comedor, en realidad, funciona como despacho, como
cambiador para los bebés… Es difícil utilizarla para disfrutar de una comida al uso.

Lograr orden y espacio para almacenaje son las prioridades más evidentes. Irene lo
tiene claro y lo explica muy bien: “cuando todo tiene su sitio, no hay nada por medio”.

Las claves de la solución

La receta de la organización siempre parte de la separación de zonas, que en este caso Marta ha dejado en manos de dos grandes sofás. La modularidad de la Serie SÖDERHAMN ha permitido combinar dos piezas a juego incluso con chaiselongue. Se pueden mover y recombinarse si en algún momento se enfrentan a un rediseño del salón y lo más importante es que son desenfundables.

A prueba de juegos, las fundas se limpian a base de lavadora y, para las grandes catástrofes, existe la posibilidad también de renovarse con nuevas fundas. Por eso, además de delimitar la zona de diversión de los más pequeños, son muy adecuados para que se sienten, se tumben y sigan jugando encima sin ningún temor.

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