Afuera llueve, pero dentro del colegio de San Román de Cameros, el más antiguo de La Rioja, ya es primavera. Toca trabajar esta estación del … año, pero cada uno a su gusto. Tom y Jerry son los favoritos de los dos hermanos que este año han llegado al ‘cole’ del pueblo. Sin ellos, sólo un pequeño de tres años se sentaría en el pupitre de este municipio camerano perteneciente al CRA Las Cuatro Villas.
Esta es la realidad de la escuela de San Román que cada septiembre supera el reto de la supervivencia. En 2016, el colegio, fundado allá por 1787, uno de los primeros de España totalmente gratuitos y de los más antiguos de La Rioja, veía peligrar su continuidad, así que el Ayuntamiento se embarcó en la búsqueda de dos familias con niños de entre 3 y 12 años que quisieran mudarse a este rincón de la sierra. A cambio les ofrecían trabajo y vivienda. Uno de los empleos era llevar la gestión de El Molino del Corregidor, el otro, atender las piscinas municipales y las labores de alguacil.
La espada de Damocles del número mínimo de alumnos para mantener el aula se cernía entonces sobre un colegio que puede presumir de no haber cerrado sus puertas en sus 229 años de historia. A día de hoy, el cole sigue vive sin tanto temor a la ratio y con tres niños de 3, 5 y 7 años que disfrutan de Inga Moore y su libro ‘Sixto seis cenas’, los puzles de la abeja Maya, el pato Donald, Asterix y el monstruo de los colores que cuelga de la pared del fondo, junto al abecedario en mayúsculas y minúsculas con el dibujito de un indio en la ‘i’, y el de un hada pegadita a la ‘h’.
Araceli Valdenebro es una de las maestras del ‘cole’. Tiene 36 años y desde hace cuatro es maestra interina de inglés en San Román de Cameros y lo hace «por gusto». Lo peor son los días fríos en los que la nieve y el hielo en la carretera hacen algo más pesados y peligrosos los 36 kilómetros que separan Logroño, donde reside con su marido y sus tres hijos, de este tranquilo rincón de la sierra. Este año ha sido benévolo con la LR-250. Ha caído mucha agua, pero no se han repetido las heladas de años atrás que son el mayor desafío para los conductores que cada día circulan por una vía que tiene tanto de bella como de sinuosa.
Salvo en la carretera, en el resto sólo ve beneficios tanto para ella como para los alumnos porque, aunque cada uno tiene un nivel académico diferente «al ser tan poquitos tenemos la suerte de poder personalizar y dedicar a cada cada uno de ellos bastante tiempo. Adaptamos el nivel a cada uno y vamos trabajando con ellos».
Justo Rodríguez



La personalización de la enseñanza-aprendizaje es la principal ventaja porque «en un aula con 30 niños es más complicado». Malagueña de nacimiento, Araceli llegó a La Rioja en 2012. Recién terminados los estudios salió una bolsa extraordinaria de empeo, se apuntó y un viernes recibía la noticia. Había un puesto de interina en Torrecilla en Cameros. Al día siguiente dejó el sol y las playas de su ciudad natal para sumergirse en las frescas noches de la sierra. Una decisión que no le pesa porque trece años después y tras trabajar como interina en centros de la región, incluido en Logroño, ha formado una familia aquí y se siente a gusto en San Román.
A Malena Pascual, de 23 años, le pasó un poco lo mismo. Había terminado los estudios hace apenas unos meses y un jueves cualquiera del pasado octubre le avisaron de que podía empezar a trabajar. Habían llegado dos nuevos alumnos. Dejó su Soria natal y el viernes estaba en clase. Al igual de Araceli, vive en Logroño y se turna con ella para llevar el coche. En la rueda también entra Eric Guinea, el otro maestro de San Román.
Malena también es interina y en las clases ayuda a adaptar los materiales. Todo en su caso es nuevo, es el primer año trabajando, el primero que lo hace fuera de casa y la primera vez que se enfrenta a las peculiaridades de una escuela rural en la que no ve más que ventajas: «Puedes centralizar más la enseñanzas y al final puedes avanzar más. Aquí cada uno tiene sus dificultades pero nos podemos enfocar más en cada una de ellas». «Si me propusiesen seguir un año más o dos o tres seguiría encantada», asegura.
Sólo tiene buenas palabras para el trato con los niños, «porque es muy cercano». «Sabemos todo lo que hacen, lo que les gusta, cómo es la relación con sus padres, conocemos a toda la familia. Al final, conocernos tanto facilita las cosas».
Enlace de origen : Los 'peques' de San Román que dan vida al cole más antiguo