Lunes, 28 de octubre 2024, 07:37
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En la margen norte del Ebro nació hace casi dos décadas un barrio de Logroño que, a pesar de su imparable crecimiento, sigue en pañales en cuanto a servicios y dotaciones. Compartiendo ribera con el barrio de San Antonio, El Campillo solo puede presumir de una farmacia y una pequeña tienda de alimentación. Y pese al abandono institucional, el portavoz de la asociación de vecinos, José Manuel Mahía, no cesa de glosar lo bien que se vive en su barrio.
– ¿Qué es lo mejor de vivir en esta zona?
– La tranquilidad. Es un espacio muy abierto, el nivel de edificabilidad es mucho más bajo que el del resto de la ciudad con lo cual tenemos espacios más amplios, con muchas zonas verdes. Es un privilegio tener la amplitud de las afueras a diez minutos del casco histórico. Es como vivir en un pequeño pueblo, pero dentro de la ciudad misma.
– ¿Y lo peor, lo que más críticas genera entre los vecinos?
– La falta de servicios en general y de mantenimiento de muchas zonas del barrio. Estamos abandonados. Es un barrio muy extenso y no solo implica mantener las jardineras, sino también las parcelas, las aceras, las rejillas de los sumideros… Y otra cosa: no puede ser que llevemos tanto tiempo viviendo aquí y que, por ejemplo, no tengamos ni un supermercado.
El barrio en un vistazo
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Servicios
Un colegio concertado, el Alcaste, y una farmacia que abrió en verano. -
Comercio:
Tan sólo una pequeña tienda de ultramarinos. -
Parques y zonas verdes
Varias zonas ajardinadas, con poco mantenimiento. Tres parques con juegos infantiles.
– Plantee tres reivindicaciones para su barrio, las necesidades más apremiantes.
– Lo primero es un centro multifuncional, un espacio público para el barrio. Pedimos algo para los niños y jóvenes, pero que pueda reconvertirse en un espacio que se pueda utilizar en el barrio. Hay una parcela en la que iban a construir un colegio, pero el Gobierno de La Rioja la devolvió. Es el primer barrio donde hay parcela disponible y se decide no hacer el colegio. Pues que la empleen en beneficio del barrio.
La otra es mayor implicación del Ayuntamiento para incentivar a la iniciativa privada a instalar un supermercado. Tenemos una tienda pequeñita de ultramarinos, que nos da un servicio increíble, pero es totalmente insuficiente, dada la magnitud del barrio.
Y, por fin, reclamamos más planificación. Si por algo se nos ha oído últimamente es por los problemas que tenemos con los accesos: las cuatro ‘puertas’ del barrio son los dos puentes y las dos circunvalaciones. Hablamos de rodear el polígono hasta Los Lirios o dar la vuelta por el cuarto puente por El Cubo para llegar aquí. Los dos accesos directos hacia el centro son el Puente de Piedra y el de Hierro, ¿cuántas veces han estado cortados en los últimos cinco años? Algunos nos acusan de estar en contra de la peatonalización, no es cierto: estamos encantados de peatonalizar, de hecho vivimos en el barrio con más zonas peatonales, pero para nosotros esas calles son primordiales para llegar al centro.
– ¿Y qué le sobra a la zona?
– Nada. Bueno, le sobran parcelas vacías y mal cuidadas. Es que la gente que vive aquí está muy a gusto. Hay vecinos que están de alquiler y luego buscan algo para comprar aquí. Creo que en la asociación peleamos tanto porque ninguno se plantea marcharse del barrio. Estamos muy contentos: se vive muy bien, pero eso no obvia las necesidades tan apremiantes que hay.
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– Alguna demanda histórica que nunca haya sido atendida.
– Hemos desistido en el asunto del colegio, porque no les parece viable, pero lo que sí pedimos es algo tan sencillo como planificación, que nos tengan en cuenta. Por ejemplo, en lo que hablábamos de los accesos: ahora seremos unos 2.500 vecinos pero por el espacio y las parcelas que hay podemos llegar a ser tranquilamente 5.000 personas. Si ahora ya hay problemas en hora punta, imagínate cuando acaben las nuevas promociones.
– ¿Qué les pide a los vecinos de su zona?
– Un poquito de apoyo. En San Mateo hicimos un carrera reivindicativa y vino gente, pero mucha menos de la que nos hubiera gustado, de la que debería. Este es un barrio joven y estamos muy conectados y hay muchas reclamaciones, pero a la hora de pedir que se eche una mano, nos cuesta un poco.
– ¿Y al Ayuntamiento?
– Llevamos tantos años reivindicando lo mismo que saben de sobra nuestras necesidades e incluso las reconocen. Pedimos que, de una vez por todas, los presupuestos empiecen a poner números, partidas… De nada sirve que escuchen si luego no actúan.
– ¿Es este un buen lugar para los niños, los jóvenes y los mayores?
– Tenemos dos o tres parques parques infantiles para los más pequeños, pero no tenemos espacios para los mayores.
– ¿Y para los animales de compañía?
–También es buena zona para los animales de compañía y mascotas. Te digo más aún, hay mucha gente que viene de otras partes de la ciudad con el coche y salen a pasear por aquí con sus perros porque están más tranquilos.
– ¿Qué envidia de otros barrios de Logroño?
– Envidiar nada, cada barrio tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Lo que sí es verdad es que el barrio no es lo mismo que hace veinte años y nos da pena que los políticos no hagan su trabajo y no vean que la ciudad evoluciona y que exige cambios. Hay que redistribuir servicios y generar otros nuevos.
La apertura de la farmacia, un acontecimiento social
Cuentan Sara, la tesorera de la asociación, y Noelia, una de las vocales de la junta, que cuando este verano abrió la primera farmacia del barrio fue todo un acontecimiento social. Hasta ese punto está falto de servicios El Campillo. «Casi le hicimos una fiesta a la farmacéutica cuando abrió –explican Sara y Ainhoa entre risas–. Es que estamos muy dejados y cualquier avance es una juerga». Y prosiguen por el recorrido de abandono: «Seguro que no conocéis cuál es el paso peatonal más rápido para llegar al centro sin rodear medio barrio», guía Sara por un camino sin iluminar por las traseras de Bodegas Franco Españolas: «Es oscuro, con el asfalto cuarteado… A veces da miedo».
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Enlace de origen : Reivindicando contra el abandono