Si los alumnos dirigiesen la UR

La nueva rectora de la Universidad de La Rioja, Eva Sanz, tiene por delante seis años de mandato para continuar la labor de Juan Carlos Ayala, de quien ha sido vicerrectora, y «avanzar», expresión en la que ha insistido en campaña. La UR tiene unos 5.000 alumnos, cada uno con su opinión, pero, al consultar con algunos de ellos, la mejora de instalaciones, las prácticas y el profesorado son sus principales preocupaciones.

La logroñesa Celia Rubio (19 años), alumna del grado en Estudios Ingleses, reclama que los profesores estén a su hora: «El primer año estuvimos un mes sin uno en Literatura Española, perdimos mucho temario y después nos lo tuvieron que dar deprisa». En cambio, Rubio alaba los buenos horarios. Su compañera, la alfareña Marina Vega (19 años), destaca la cercanía. «Tenemos más facilidad para poder hablar con los profesores, las clases son más pequeñas y eso ayuda a entender mejor la asignatura», opina Vega, quien, sin embargo, señala que el edificio de Filologías «no tiene tanto lustre como otros, es bastante antiguo y merece atención». La vizcaína Leire Bustinza (20) también pide «cambiar las instalaciones, todas las facultades están preciosas y la nuestra…».

El navarro Ibai Arcelus (19), alumno de Educación Primaria, resalta que «el campus está bastante bien adaptado», pero reprueba que las prácticas únicamente sean en el último curso: «Creo que debería haber antes para comprobar que lo que estudias de verdad te gusta». Al guipuzcoano Dulantz Andonegui (21) le agrada el campus pero apostaría por adelantar las prácticas al primer curso «para no darte cuenta tarde si no te gusta». El aragonés Jorge Ansodei (23) resalta la proximidad como algo positivo pero, en cambio, advierte de que «estamos en clases muy estrechas en las que a veces no hay ni sillas ni sitio ni enchufes donde cargar el portátil».

El navarro David Casajús (19) describe la UR como «familiar» pero «en algunas clases hay sillas rotas, sin tablero para escribir y nos parece una vergüenza lo vivido el año pasado, cuando tuvimos cuatro profesores en una asignatura: uno se cogió la baja, a otro se le acabó el contrato… y a una semana del examen nos quedamos sin profesor, colgados, y así… ¿a quién reclamas?». La logroñesa Laura Domínguez (19), también alumna del grado en Educación, reconoce que la UR pone «facilidades» y le agrada que «los profesores son cercanos», aunque mejoraría las infraestructuras porque cree que «las clases no están bien preparadas».

El arnedano Julián Pérez-Sevilla (20), alumno de Geografía e Historia, confiesa estudiar en la UR «por aquello que dicen de que la mejor universidad pública es la que más cerca de casa te pilla», si bien señala «una falta crónica de profesores sobre todo al inicio de curso». La logroñesa Ivana Calvo (20) valora la «cercanía y confianza con los profesores, son como clases particulares», pero reclama «más posibilidades de prácticas o actividades como hay en otras universidades».

El vizcaíno Yeray Alcalá (18), estudiante de Matemáticas e Ingeniería Informática, destaca que hay cafetería y zonas de estudio en casi todas las facultades pero critica que «ponen los exámenes demasiado seguidos». Y la navarra Olatz Moñux (18) celebra que «estar solo veinte alumnos en clase hace más fácil poder preguntar al profesor», aunque lamenta que la Facultad de Ciencia y Tecnología «está apartada de las demás». Ambos sugieren revisar el precio de los créditos y bajarlos.

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